sábado, 24 de mayo de 2008

ALLEGRI




Siempre me gustaron las leyendas...la narración de esos sucesos que tienen la capacidad de no insertarse en ninguna dimensión...pueden que sean reales...puede que no. Son como la vida de algunas personas: se debaten siempre en la posiblidad...nunca en lo real, ni en lo idílico...sino en una mezcla de ambas...lo que les confiere la magia de ser siempre posibles, pero nunca reales.

Esta es una de esas historias. Sucedió en Roma en el siglo XVII.

Allegri era un cantante y compositor de la época que fue celebrado cuando se incorporó, por mandato del Papa Urbano VII, a los coros de la Capilla Papal. Compuso una obra, el Miserere mei, Deus que, tenía la particularidad de sólo poder interpretarse en la Capilla Sixtina, con pena de excomunión y otros males peores para los que hacían caso omiso de estas prohibiciones extramundanas. Parece ser que la partitura estaba en un cofre, custodiada día y noche por dos carabinieris. Sólo existían dos copias; una en posesión del Emperador Leopoldo I y, otra guardada celosamente por el padre Martini....no, no es el del vermouth.

Se cuenta -y eso debe ser verdad, porque es verificable- que, tanto misterio, se debía a que la composicón en cuestión estaba escrita siguiendo las reglas de la divina proporción, la sección aurea o el número fi, como tambien se denomina a esta ley de proporcianalidad en honor Fidias, que la utlizaba en la realización de sus esculturas y que, parece ser le gusta al ojo y al oido humano, precisamente por estar diseñados a tal efecto y percibir, lo que llamamos armonía o proporción por unas determinadas reglas impuestas por la naturaleza, según los estudios matemáticos de Fibonacci.

Cuando el Papa se reunía con altos dignatarios políticos para firmar algún tratado, cuenta la leyenda que, antes les invitaba a escuchar el Miserere...quedándo estos prendados y en estado de éxtasis después de escucharla; lo cual reportaba una situación ventajosa a la hora de los acuerdos. Vamos, en la jerga psicológica de nuestro siglo: les estimulaba psicológicamente a través de determinadas frecuencias eléctricas, que saben los neuropsicólogos actuales mucho mejor que yo. Pero....

En 1770 llegó a Roma el bueno de Mozart y, S.S. le invitó a escuchar el Miserere en la Basílica de San Pedro. Se cuenta que, Mozart, después de escucharlo, y sin tomar ningún tipo de nota.......¡ lo transcribió exactamente de memoria!....tenía el angelito 14 años.

A partir de ahí, el Miserere dejó de ser un secreto...y se convirtió en una leyenda.

También es gracioso que se llamara el autor, precisamente, Allegri.


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