SOLO VINE PARA ENSEÑARTE OLVIDO
Abre,
abre,
entre
la luz de la mañana
que traigo para ti.
Ábreme la puerta última,
la que no abriste a nadie,
el refugio de un sueño,
cuéntame tus heridas
una a una: no escondas
sutiles arañazos,
las que no tienen fondo,
aquéllas donde aún caen
los vagabundos jóvenes,
pues sólo vine para enseñarte olvido.
Aureliano Cañadas
Volcar sentimientos sobre un papel no es tarea anónima ni perdida en el vacío: tiene inspirador, destinatario y referente. Es una trilogía a la manera de la Santísima Trinidad.
A buen entendedor, salud... y un "Peter Siemens"
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