sábado, 7 de junio de 2008

MI AMIGO PACO


"Cada nuevo amigo que ganamos en la carrera de la vida nos perfecciona y enriquece más aún por lo que de nosotros mismos nos descubre, que por lo que de él mismo nos da."
Miguel de Unamuno


Algunas personas. Pocas...muy pocas, se te funden en la piel para siempre. Poseen la capacidad camaleónica de ser siempre otros y, a la vez, los mismos.

Una de esas personas es mi amigo Paco.

Hemos pasado más horas juntos en los últimos años que muchos matrimonios. Con el paso de los años cada día me convenzo más de que la mejor manera de acabar con una relación es el matrimonio: un amigo, un amante, un novio...son mucho más duraderos que un marido. Sobre todo un amigo, un buen amigo.

Paco es una de esas personas que sabe hacer reir...que es capaz de dar la vuelta a cualquier situación difícil para transformarla en soportable. Yo, ya no le digo "¿Como estás?...sino...¿que tal, tu bien, como siempre"....Nos hemos reido mucho juntos. Y yo también he llorado mucho en su hombro.

Hemos vivido muchas etapas y momentos juntos....en lo bueno y en lo malo...¡ya digo, como un matrimonio!, pero sin los inconvenientes. Paco siempre ha estado ahí...porque a un amigo no hay que pedirle, él sabe cuando es necesario dar.

Hubo una época en la que íbamos los sábados por la noche al café Manuela. Cantaba copla Manolo, el novio de una de nuestras amigas. Paco decía que iba por mi (aunque luego le encantaba)...esa música, como heredero de la postguerra que es le remueven etapas de esa España gris; a mi, en cambio, me transportaba a otra de romanticismo, pasiones pecaminosas y desatadas...claro que, mis asociaciones tenían que ver más con una estética de nostalgia dormida en el tiempo, que con la realidad cotidiana de aquellos años.

Yo me preparaba para la ocasión: vestido de tafetán granate, enagua negra con encaje que apuntaba por el escote, zapatos de tacón y labios rojo chanel. Dejaba a mi paso una estela de "Magia Negra" que me envolvia en un halo de sueños inconfesos.

Las luces se apagaban y aparecía Manolo en el pequeño escenario con vestuario propio de la época. La atmósfera que se creaba formaba parte de otro tiempo. Pero la cosa no acababa ahi. Cuando, a las tres de la mañana, se acababa el espectáculo, nos íbamos a tomar blinis con vodka a un restaurante ruso cercano, del que era propietario un amigo de Manolo y, entonces, cantábamos todos hasta que amanecía.

Paco vuela alto pero está siempre cerca. No malgasta el oro de su vida con relaciones vanas y fugaces sin arraigo en el tiempo. Cultiva a largo plazo por el sendero de los afectos.

Un tesoro no escondido, sino muy a mano, mi amigo Paco


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