lunes, 11 de agosto de 2008

EL PAÍS DE LOS SUEÑOS



Siempre escribo a mano. Y desde que falleció mi tia, escribo con su pluma. Recordar a otro a través de los objetos cotidianos a los que dio vida, le hace inolvidable. Su pluma me recuerda en cada trazo que realmente existió.

Fue una desconocida, como todos; porque nadie conoce el corazón del hombre...sus sueños inconfesos,sus anhelos frustrados,el dolor de los errores inevitables y repetidos... acorazados tras una existencia que sólo trasciende lo aparente.

Sólo traspasando el umbral de lo aparente se abre la sellada puerta de los abrazos...por un instante mágico penetras quedamente en la parte del alma que necesita caricias y cobijo, para que la contengas.

Es lo más cercano que podemos estar del corazón de otro, abrazándonos silenciosamente.

"Era un inmenso campamento al aire libre.
De las galeras de los magos brotaban lechugas cantoras y ajíes luminosos, y por todas partes había gente ofreciendo sueños en canje. Había quien quería cambiar un sueño de viajes por un sueño de amores, y había quien ofrecía un sueño para reír en trueque por un sueño para llorar un llanto bien gustoso.
Un señor andaba por ahí buscando los pedacitos de su sueño, desbaratado por culpa de alguien que se lo había llevado por delante: el señor iba recogiendo los pedacitos y los pegaba y con ellos hacía un estandarte de los colores.
El aguatero de los sueños llevaba agua a quienes sentían sed mientras dormían. Llevaba el agua a la espalda, en una vasija, y la brinaba en altas copas.
Sobre una torre había una mujer, de túnica blanca, peinándose la cabellera, que le llegaba a los pies. El peine desprendía sueños, con todos sus personajes: los sueños salían del pelo y se iban al aire"

Eduardo Galeano. El libro de los abrazos


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