lunes, 4 de agosto de 2008

LOGOS



Erase que se era un anciano que todos los días en la plaza pública hablaba y hablaba de la maldad que anida en el corazón del hombre. Al principio, la curiosidad de su discurso atrapó algunos oidos ociosos, pero poco a poco la audiencia fue disminyendo hasta quedarse finalmente solo.

Él continuaba habla que te hablarás incansablemente día tras día.

Intrigado, ante tan obstinada actitud, un paisano le preguntó: - "Buen hombre, ¿porqué sigue hablando; no ve que nadie le escucha?".... a lo que el anciano respondió: - "Antes hablaba para cambiar a los otros, ahora hablo para que no me cambien a mi."

Moraleja: Interpretación libre


0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio