martes, 27 de mayo de 2008

AMAR



Cuando sabemos, amamos. Nada tiene que ver con el gusto. Amar y gustar son cosas distintas. Me explico.

Saber de algo consiste en haber captado su esencia; penetrar en lo que le confiere su naturaleza peculiar y específica. En ese proceso de aprehensión incorporamos a nuestro conocimiento esa esencia, formando parte integrante de nuestro propio entendimiento.

Cuando leí lo que sobre Kant expresaba Manuel García Morente en sus Lecciones preeliminares de Filosofía...la claridad meridiana con la que exponía la difícil teoría kantiana, me quedé prendada. Atrapó de tal manera mi interés que me condujo a los caminos insondables de la filosofía. Tenía 17 años; y creo que, me influyó de tal forma que me llevó a la Facultad en la que se se desvelaban saberes tan atractivos.

Hay personas que tienen la capacidad de descubrirte mundos. Manuel García Morente fue para mi una de ellas. Fue Decano de la Facultad de Filosofía de Madrid entre los años 1931 y 1936. Su humildad ante el Conocimiento y su didáctica para acercarse a los problemas más complejos y profundos del Pensamiento, me robaron el corazón del Conocimiento. Me hizo, además, trascender lo puramente informativo, para llegar a un método que, a partir de entonces, utilizo en todos los ámbitos que me llevan "al conocer", al buscar las esencias.

Jamás mato a un ser vivo por insignificante que parezca. Participa de la vida al igual que yo y, es peculiar en su naturaleza. Posee capacidades que yo no tengo y, eso, le hace grandioso ante mis ojos. Eso me sucedió cuando descubrí que las abejas, por ejemplo, perciben el rayo ultravioleta como color...o que, los oficios visualizan la frecuencia infrarroja del espectro solar que nosotros percibimos como calor.

¿Qué es entonces la realidad?. Kant, como muchas grandes mentes captó intuitivamente lo que posteriormente verificó la Ciencia con los intrumentos adecuados: La realidad son las condiones previas que cada ser vivo impone a los objetos externos según su diseño natural para poder percibirlos.

Conocer que la realidad es mucho más rica y compleja que la parcela que demarcan nuestros registros humanos, la hace merecedora de nuestro amor , admiración y respeto.



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