miércoles, 28 de mayo de 2008

JEROGLÍFICO


Los orígenes son fundamentales. En el sentido estricto de la palabra; todo el desarrollo posterior se se sustenta sobre ellos. El manzano no deviene gratuitamente a partir de la nada; ha necesitado recorrer un largo proceso lleno de visicitudes para constituirse como tal.

Nosotros no somos diferentes. Participamos de la totalidad del ciclo de la naturaleza; somos analógicos. El adulto en el que devenimos tiene mucho que ver con el niño que fuimos.

En el desarrollo humano la infancia es determinante. Es lo que la semilla al árbol; transita de la potencia al acto. Posee dos variables: la calidad de la semilla y los agentes externos. Analógicamente la peculiaridad genética y el mediambiente familiar y social.

La urdimbre, la estructura en la que se inserta toda nuestra vida externa (y siempre estamos en el exterior tomando decisiones, aunque no hagamos nada, que es otra forma de hacer algo), está condicionada por nuestros paradigmas emocionales.

Los patrones de nuestra infancia son los que vamos a reproducir en nuestra edad adulta; no tenemos otros y, de la nada "nada se saca". No elegimos nuestra pareja ni otras muchas cosas tan libremente como pensamos; lo elige nuestro inconsciente con las herramientas que le ha proporcionado el modelo en el que hemos estado inmersos. Spinoza se adelantó a su tiempo y ya lo intuyó: "creemos que somos libres porque tenemos deseos y tomamos decisiones...pero no sabemos las causas que nos llevan a ello...en saber esa limitación consiste la libertad".

No es casual que un niño querido, deseado y aceptado en su infancia esté mejor preparado para afrontar los avatares de la vida. Un niño que se siente rechazdo identifica tal situación con lo que considera su falta de valía; no posee aún instrumentos intelectuales para discernir que nada tiene que ver la acción de otros, con su propios ser. Está todavia inmerso en un universo egocéntrico en el que no diferencia con claridad su propio yo del exterior. Se puede constatar observando cómo los niños confunden el yo con el tu; la realidad propia con la alteridad.

Afortunadamente, el hombre es un ser "desfondado", como acuñó Cencillo, que fue catedrático de Antropología en la Universidad de Salamanca, y no está determinado a nada, sólo condicionado. Las circunstancias no nos determinan, pero si llegan a condicionarnos tanto que pueden llegar a asfisiar todas nuestras potencialidades.

El psicoanális es una gran herramienta para desenmarañar esta madeja. Al igual que en una casa, no modifica las estructuras; nuestra genética posee carta de naturaleza...pero si introduce reformas; renueva, elimina corsés para que aflore realmente lo que está oculto tras esa tela de araña.

No hay culpables en este proceso; sólo víctimas. Al fin y al cabo nuestros ancestros no son diferentes a nosotros, sólo anteriores en el tiempo. Participan de la misma naturaleza y dificultades que nosotros. Hicieron lo que pudieron; si lo hubieran sabido hacer mejor, lo hubieran hecho sin duda. Pensar que podemos salirnos del marco de nuestras posibilidades es una fantasía irracional.

El psicoanális, como las grandes teorías, no sólo tiene una dimensión. No es solamente explicativo o terapeútico, sino que proporcionan una visón más amplia, un método aplicable al discurrir de la vida. Cambiar el binomio defectos/virtudes por la pareja dificultades/capacidades nos posibilita un acercamiento a nosotros mismos y, por tanto, a nuestros semejantes; nos hace más humanos, aceptadores y permisivos...a la par que selectivos a la hora de elegir. La grandeza de nuestra especie consiste en ser humanos, no dioses. Lo perfecto es lo acabado, la muerte.


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