miércoles, 30 de julio de 2008

ULMUS MINOR



Hoy he abierto una ventana, que no era la mía, y he visto la esperanza, la primavera. La imagen que se me ha aparecido es la del olmo viejo...y la música de Rubén.


Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero!
Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

Al Olmo viejo. Antonio Machado





sábado, 26 de julio de 2008

TIRESIAS



Tiresias fue el adivino más celebrado de la mitología griega. Ese don fue la compensación que Zeus le otorgó por condenarle Hera a la ceguera.

Los dioses griegos eran muy demócratas: Cuando no llegaban a un acuerdo nombraban un árbitro que derimiera el litigio. Esto fue lo que le sucedió a Tiresias. Ovidio en su libro III de Las Metamorfosis lo narra de esta manera:

"....Júpiter le dijo a Juno :"Vosotras desde luego experimentáis mayor placer en el amor que los hombres". Ella le contradice. Decidieron consultar el parecer del sabio Tiresias; conocía éste el placer de uno y otro sexo; pues con su bastón había molido a golpes a dos granes serpientes, cuando estaban copulando en la verde selva, y, convertido, ¡oh prodigio!, de hombre en mujer, había vivido siete otoños como tal; al octavo vio de nuevo a las mismas serpientes y dijo: "Si vuestras heridas tienen tan gran poder que cambia el sexo del agresor al contrario, voy a heriros ahora de nuevo". Una vez apaleadas dichas culebras, regresó su forma anterior y vino su figura natal. Elegido, pues, como árbitro de la cómica disputa, confirma las palabras de Júpiter. Juno- dicen- se llevó un disgusto desmedido y desproporcionado con el caso, y condenó a una noche eterna los ojos de su juez. Más el padre todopoderoso, puesto que a ningún dios le está permitido anular la obra de otro dios, en compensación por la privación de la vista, le concedió conocer el porvenir, aliviando el castigo con este honor."

No se si el juicio es tan taxativo como lo expone Tiresias. Supongo que, al igual que unas personas son más sensibles, más racionales o más apasionadas que otras; tambén unas serán más sensuales y sexuales que otras, independientemente de su determinación sexual.

Lo que si creo es que, de todos los placeres que nos rodean, el sexual es el mayor de todos; sin el no sólo se acabaría la especie, sino la vida. Es imposible que un ser vivo no tenga deseo sexual, a no ser que le hayan castrado...forma parte de las leyes de la vida.

Sólo existe represión hacia aquello que nos provoca mucho deseo...porque manipulando algo que está inserto en lo más profundo de nuestro ser manejamos las conductas del propio ser.

Recuedo mi infancia: lo que teníamos las niñas en nuestro centro de gravedad no tenía nombre, era inexistente; nuestra entidad e indentidad estaba mutilada.

Por eso la sexualidad se reprime y tabuiza: Un ser que se sabe dueño de su cuerpo y su placer se constituye como un ser completo, pleno, seguro; electivo y selectivo. Un peligro.


martes, 22 de julio de 2008

UNA DEL AMIGO JUAN DE MAIRENA




Dado que mi mejor lector me recrimina no poder deleitarse con mis humildes "entradas", me encuento en la tesitura moral de no defraudarle dejándole sin alimento espiritual, tan necesario para sentirnos vivos. Asi pues, transcribo una de las anécdotas de nuestro querido profesor Juan de Mairena, para su deleite.

- "Oiga usted, amigo Tórtelez, lo que mi maestro contaba de un confitero andaluz muy descreido a quien quiso convertir en un filósofo pragmatista a la religión de sus mayores.

- De los mayores ¿de quién, amigo Mairena?. Porque ese "sus" es algo anfibológico.
- De los mayores del filósofofo pragmatista, probablemente. Pero escuche, usted lo que decía el filósofo. "Si usted creyera en Dios, en un Juez Supremo que había de pedirle a usted cuentas de sus actos, haría unos confites mucho mejores que esos que usted vende, los daría usted más baratos, y ganaría usted mucho dinero, porque aumentaría usted considerablemente su clientela. Le conviene a usted creer en Dios" "¿Pero Dios existe, señor doctor?, preguntó el confitero. "Eso es cuestión baladí -replicó el filósofo- Lo importante es que usted crea en Dios". "Pero ¿y si no puedo?, volvió a preguntar el confitero. "Tampoco eso tiene demasiada importancia. Basta con que ustede quiera creer. Porque de ese modo, una de tres: o usted acaba por creer, o por creer que cree, lo que viene a ser aproximadamente lo mismo, o, en último caso, trabaja usted en sus confituras como si creyera. Y siempre vendrá a resultar que usted mejora el género que vende, en beneficio de su clientela y en el suyo propio."
El confitero- contaba mi maestro- no fue del todo insensible a las razones del filósofo. "Vuelva usted por aquí -le dijo- dentro de unos días".

Cuando volvió el filósofo encontró cambiada la muestra del confitero, que rezaba así: " Confitería de Ángel Martínez, proveedor de su Divina Majestad".
-Está bien, pero conviene saber, amigo Mairena, si la calidad de los confites...
- La calidad de los confites, en efecto, no había mejorado. Pero lo que decía el confitero a su amigo filósofo: "Lo importante es que unsted crea que ha mejorado, o quiera usted creerlo,o, en último caso, que usted se coma esos confites y me los pague como si lo creyera"."

Delicioso el amigo Mairena...y ¡no digo nada del confitero, sí, se aprendió bien la lección!



sábado, 12 de julio de 2008

LOS LEONES DE LA CIBELES



Todo ser para constituirse como tal necesita la mediación de un nombre; lo que no tiene nombre es inexistente.

Todo posee nombre propio, incluso los leones de La Cibeles. Se llaman Hipómenes y Atalanta; macho y hembra son y fueron, según el mito clasico recogido por Ovidio en Las Metamorfosis, varón y mujer.

Atalanta era tan veloz que sus piernas adelantaban al viento. Con esta cualidad de gacela desafiaba al oráculo que le predijo: " Huye de tener esposo. Con todo no huirás y, viva, te verás privada de ti misma".

Los varones que la pretendían se jugaban la vida en el intento: o corrían más que el tiempo, o la recompensa que les esperaba era la muerte.

Hipómenes, prendado como otros muchos de Atalanta, decidió que valía la pena arriesgar la vida por poseer algo tan hermoso. Consciente de la dificultad de la empresa elevó sus plegarias a Afrodita que, sensible a sus ruegos, le envió tres manzanas de oro que distrajeran la atención de Atalanta durante la carrera.

Atalanta dudaba ya antes de empezar; los encantos de Hipómenes desbarataron todas sus estrategias: Dudaba si ganando perdía o si, perdiendo ganaba. Y perdió...o ganó ¿?.

El único problema fue que Hipómenes olvidó agradecer la ayuda de Afrodita con algún sacrificio, como era de ley.Y Afrodita se vengó. Así lo narra Ovidio.

"Pasaban por un templo que en otro tiempo el preclaro Equión había eregido a la madre de los dioses por una promesa, oculto en el espeso bosque; la caminata les invitó a descansar. Allí invade a Hipómenes un deseo inoportuno de acostarse con Atalanta, provocado por mi divino poder.
Cerca del templo había un escondrijo de pequeña entrada parecido a una cueva, cubierto por piedra natural, sagrado por una religión antigua, adonde el sacerdote había llevado muchas imágenes de madera de dioses antiguos: entra él y profana el santuario con un pecado prohibido. Los objetos sagrados apartaron los ojos y la Madre, coronada de torres, dudó en sumergir a los culpables en las aguas estigias; el castigo le pareció leve. Por eso, amarillas melenas cubren los cuellos, los dedos se curvan en garras, los hombros se convierten en paletillas, todo el peso se carga en el pecho y con la cola barren la supereficie de la arena.
En su rostro hay ira, en vez de palabras lanzan rugidos, en vez de casas habitan en la selva y, leones temibles para los demás, muerden con sus dientes domeñados los frenos de Cibeles"








viernes, 11 de julio de 2008

EL MÉTODO LOCI



Los Dióscuros no se andaban con tonterías. Claro que, eran medio hijos de Zeus y dicen que: "quien a lo suyo se parece, honra merece".

Allá en Ceos, en la vetusta Hélade en el siglo V a.C. vivió Simónides, llamado de Ceos por su natalicio, como era costumbre por entonces.

Era Simónides un orador afamado en la época que se ganaba la vida con tal habilidad.

En cierta ocasión fue reclamado por un rico varón de aquel entonces llamado Scopas que requería sus servicios para que declamara en una fiesta un poema en honor del anfitrión. Simónides que, al igual que todos los artistas, gustaba de la improvisación, introdujo en el poema un elogio a Cástor y Pólux. Esto no debió gustarle nada a Scopas y, a la hora de abonarle sus honorarios le dijo: " La otra mitad que te la paguen Cástor y Pólux". y...Sí, pagaron.

Pasado un rato un esclavo se dirigió a Simónides para anunciarle que dos viajeros preguntaban por él.Cúal fue la sorpresa de Simónides al salir y no sólo no ver a nacie, sino que la casa se derrumbaba tras sus espaldas. Con esta moneda pagaron Cástor y Pólux.

No hubo supervivientes. Los cadáveres estaban tan desfigurados que Simónides, haciendo de policía científica, los fue identificando por el lugar que ocupaban en la mesa durante el banquete.

Simónides fue el primero que utilizó este sistema mnemotécnico que actualmente se denomina método Loci; lugares en latín. ¡Que lugares tan peligrosos...como para olvidarlos!